La mayoría de los padres son conscientes de que la educación de sus hijos no depende sólo del Colegio en el que estudian, sino también de lo que aprenden en su propia casa y en la calle o medios de comunicación. Y los mayores temores de un padre o una madre vienen precisamente de las influencias que sus hijos o hijas puedan recibir de sus amigos.
Pero no es menos cierto que los hay que delegan la educación de sus hijos/as en el Colegio, considerándolo poco menos que una guardería donde tenerlos recogidos unas horas al día y desinteresándose de sus actividades académicas o problemas personales cuando llegan a casa. Y eso es un tremendo error.
La influencia que el ambiente familiar ejerce sobre la visión que el adolescente tiene del mundo y de sí mismo es evidente. Por eso, cualquier acción educativa debe contar con la participación de la familia, pues no existe ninguna actitud en el alumno que surja unicamente del marco escolar. Familia y centro educativo son instituciones íntimamente unidas y complementarias y por ello debe establecerse una estrecha comunicación entre ambas, pues muchas conductas de los alumnos/as no pueden ser encauzadas con éxito actuando únicamente desde uno de los dos ámbitos: actitudes que nacen en la familia se trasladan al Colegio y viceversa.
Desde la Jefatura de estudios debemos insistir en la necesidad de que los padres se impliquen activamente en la educación de sus hijos/as: acudiendo al colegio no sólo cuando nos llame el tutor/a, sino cuando detecten que algo va mal en su comportamiento o cuando su rendimiento académico se vea alterado, ayudandoles en sus tareas y dialongando con ellos.
Creemos que es el modo adecuado de que la familia participe en el proceso educativo de sus hijos/as y el mejor camino para que éste llegue a tener éxito.
La Jefatura de Estudios
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